La invención de Internet es uno de los acontecimientos más significativos de la historia de la humanidad desde la Revolución Industrial. Los motores de explosión y las fábricas de vapor nos liberaron de la penuria del trabajo manual en los campos y nos proporcionaron tiempo de ocio; ahora las denominadas redes sociales nos permiten llevar y exhibir vidas virtuales a escala global. Internet nos ha liberado de las limitaciones de nuestra identidad física, pero no de nosotros mismos. Además, la tecnología ha cambiado los modos de tropezar o caer en sentido moral, es decir, de pecar, según su etimología. ¿Qué influencia ha tenido la revolución digital en la conformación de nuestra identidad y de nuestra moral?
El mundo digital de hoy nos plantea un nuevo conjunto de dilemas morales. Con esta instalación, Vidaña nos invita a reflexionar sobre nuestros propios comportamientos como criaturas digitales trasladando los siete pecados capitales de la tradición católica al ámbito digital. Hábitos arraigados en nuestra sociedad que ahora se amplifican llegando a todo tipo de población gracias al uso de las tecnologías de la comunicación.
Vidaña encuentra la inspiración en las formas de trabajar de los grandes maestros y consigue un sugerente juego de luces y sombras caravaggiano provocado por el contraste entre la luz natural y la oscuridad, sólo interrumpida por la claridad fosforescente que revela cada uno de los pecados. La pornografía, el sexting, el grooming y otras formas de sexualidad en red, accesibles en cualquier pantalla con acceso a Internet (lujuria). El deseo irrefrenable de comer con imágenes gastronómicas (gula). La apuesta de dinero en los juegos de azar (avaricia). Las redes sociales como lugar de exposición de una realidad ficticia (soberbia) que provoca frustración en muchas personas por no poder conseguirla (envidia) y donde se vuelca odio y rabia (ira), así como el consumo pasivo y prolongado de todo tipo de contenido (pereza). La atemporalidad que se condensa en cada una de las piezas gravita entre la Mesa de los pecados capitales, de Hieronymus Bosch (El Bosco), esa joya del siglo XVI conservada en el Museo del Prado, y la película Seven (1995), de David Fincher.
Vidaña incita al público a ejercer de tribunal con derecho a absolver o condenar los diversos pecados digitales, pero quien esté libre de pecado…
Antoni Aguiló
Filósofo del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal)
